LA
EXPRESIÓN DRAMÁTICA
Identificación
de la exdra
Presentar la expresión dramática es demasiado
ambicioso si se toma el concepto en su sentido más
amplio, partiendo de los puntos de vista lingüístico, antropológico,
artístico, etc.
Mi punto de vista está modestamente delimitado, históricamente,
geográficamente y semánticamente, para no abordar este
objeto de estudio polimorfo más que en un contexto pedagógico.
La consulta del diccionario (el Nouveau Grand Robert) me ha llevado
sin embargo a consideraciones aclaratorias respecto a la búsqueda
de un sentido preciso. Mientras la entrada “arte dramático”
lleva a “dramático” (III, p. 665) donde la importancia
está puesta en el teatro en particular y no en el arte en general,
se encuentra “expresión dramática” que lleva
hacia “expresión” (IV, p. 321-22) donde la importancia
está puesta en la expresión en general y no en la acción
(drama) en particular; por otro lado, mientras que el teatro se especifica,
en el sentido peyorativo, en el artificio o la afectación, lo
dramático cambia de tono, se convierte en serio, grave e incluso
catastrófico, lo que tiene como consecuencia colocar estos dos
términos casi sinónimos en oposición uno respecto
del otro.
No se trata de nada extraño si se considera de igual modo al
arte, que puede tender hacia lo sublime donde el hombre rivaliza con
lo divino, pero que puede descender hacia la malicia, la artimaña
y el artificio (¡donde se encuentra también lo teatral!).
Desde que he encontrado, en la polisemia, una de las variables de base
de la expresión dramática, partiendo del hecho de que
el mínimo polisémico se define en la ambivalencia (el
máximo se situaría en las diferentes significaciones contenidas
entre las dos valencias opuestas), estoy siempre impactada por lo que
es doble, y en ese doble, yo constato siempre la doble polaridad que
da, sea un sentido negativo sea un sentido positivo (¡más
vale gozar de doble vista que jugar un doble juego!). Para mí,
la expresión dramática es también doble, o más
bien, tiene una doble naturaleza: es porque puede ser disciplina y/o
método por lo que plantea un problema complejo –y quizás
irresoluble- el de la definición, es decir, el de la identificación
de este mismo objeto, que aunque existe, no se le puede asir tal como
esas partículas de las que la física conoce la existencia
por la huella que dejan, sin haber podido aún aislarlas. Esta
doble naturaleza de la exdra, que yo encuentro interesante –por
tanto positiva- algunos la consideran como incómoda, inadecuada
para servir ni a las necesidades de la pedagogía ni a las del
teatro. Esta doble posición, que es a la vez teórica,
estratégica e ideológica, alimenta la historia de la exdra
así como de las actividades dramáticas, en discusiones
a veces constructivas, a veces conflictivas, que dan aún a esta
vida un doble aspecto. Así, esta aventura, rica en episodios
agitados, es la prueba de que la exdra no constituye esa tierra idílica
donde todo fluye en la armonía y la beatitud, como han querido
a menudo presentarla.
La
doble naturaleza de la exdra
Mientras la expresión dramática ha sido considerara como
un equivalente de la expresión teatral, el problema de su definición
no se planteó jamás; sólo las diversas funciones
o aplicaciones psicoterapeúticas, sociopolíticas, esteticopedagógicas
han sido más o menos comentadas. Cuando he tratado de desplazar
el acento sobre la expresión y franquear la exdra por una de
sus fuentes, he tenido el problema permanente de identificar, de especificar
y de formular este objetivo misterioso que parecía dudar y resistirse
a las dos atracciones: la del teatro, lado artístico, y la de
la terapia, vertiente psicológica -por no decir vertiente científica-.
He necesitado muchos años para situar la exdra en educación,
entre el arte y la ciencia, precisamente, es decir, como ciencia humana
o retomando un neologismo militante de los principios de la didáctica,
como “arte-ciencia de la vivencia”.
Esta doble naturaleza de la expresión dramática ha conformado
una encrucijada multidisciplinar donde se cruzan y se encuentran de
forma aleatoria u organizada la antropología, las artes, la educación,
la política, la psicología, la religión, las ciencias,
las ciencias humanas, bien entendí, la sociología (el
orden alfabético dispensa de toda clasificación jerárquica),
por no citar más que esos dominios dentro de los cuales algunas
disciplinas parecen frecuentar la exdra con mayor soltura que otras…más
aún cuando se refiere a la gente y no a las materias, las variables
secundarias interfieren con la variable principal, hasta el punto de
que tal matemático se acerca mucho más a nosotros que
tal “educador físico”, tal arquitecto descubre con
nosotros más afinidades que tal bailarín, tal administrador
está más interesado por nuestra visión que tal
hombre de teatro (he de precisar que bajo la aparente generalidad se
esconden ejemplos reales y personalidades precisas, en ocasiones femeninas).
Utopía
y prospectiva
A modo de conclusión, me gustaría situar mi posición
–en homenaje a Maurice Debesse- entre la utopía y la prospectiva.
No sabría augurar el avenir de la exdra, ni en la Universidad
de Montreal, ni en Québec, ni en el mundo. La utopía me
inclina hacia la posteridad, la prospectiva me deja preveer su mutación.
Entre estas dos soluciones, hay siempre sitio para el imprevisto.
Respecto a lo que no depende sino de mí, puedo identificar algunos
aspectos importantes de la posición que trato de mantener y defender:
continuar mi acción, situando la exdra en educación entre
artes y ciencias, mirándola como ciencia humana; en una concepción
multidisciplinar, esforzarme en encontrar la resultante –o las
diversas resultantes posibles; salvaguardar el pluralismo de las actividades
dramáticas considerando la exdra como una de ellas y presintiendo
diálogos e intercambios con los otros tipos de actividad; mantener
la exdra en su doble naturaleza y explotar las ventajas en todos los
niveles del contexto escolar; favorecer las acentuaciones circunstanciales
con el fin de preservar la pluralidad de las concepciones del interior
mismo de la exdra; desarrollar la didáctica y la formación
de maestros; promover la investigación, en particular la investigación-acción,
la investigación aplicada y la investigación cualitativa:
animar nuevos equipos y asegurar el relevo formando fuentes humanas;
mantener y desarrollar los encuentros internacionales; en fin, abrir
las perspectivas de superación hacia lo imprevisible y lo inesperado.
Es con este deseo de vivir y hacer vivir que se acaba y que comienza
la historia de mis veinte años de pedagogía de la expresión
dramática.